sábado, 30 de abril de 2022

 

           ¿QUIÉN? NO. ¿PARA QUÉ?

 

     4 de cada 10 argentinos es pobre. 1 de cada 2 pibes vive en la marginalidad. La inflación supera el 50% anual. Mientras muchos se preguntan si hoy van a comer, y otros temen salir de su casa porque no saben si volverán, el gobierno ofrece la colección de gente más detestable que conocimos en democracia, Juntos por el Cambio discute si Milei sí o Milei no, los libertarios hablan como si algún país del mundo viviera sin estado, y la izquierda aún debate el capitalismo. Con esta caterva de dirigentes la frase de Juan José Castelli recobra vigencia: “Si lo ves al futuro, decile que no venga”.

     La calidad del debate político es de tan baja estofa que se discute quién fracasó mejor. Y los ciudadanos viven extorsionados, debiendo no elegir sino descartar. Es cierto que se hace política con los actores que hay. Pero lo que hay supera lo patético.

     El gobierno nacional se descompone de un modo previsible. Cristina Kirchner eligió a Alberto Fernández como el títere necesario para volver al poder y ocuparse de lo único que le interesa, que es zafar de tener que explicarle a algún juez que se anime a tratarla como a una argentina más, cómo es que tiene lo que tiene. En paralelo Alberto figura al frente de una gestión que es una calamidad pública. Y la interna es entre los malos y los peores.

     Juntos por el Cambio, en vez de mirar lo mal que manejó la economía, mira encuestas. Macri quiere un “segundo tiempo” (como si el país estuviera para que él practique a ver si mejora). Gerardo Morales representa lo peor del “nuevo viejo” radicalismo y los propios radicales lo saben. Elisa Carrió está más para panelista de tv que para la función pública. Y el PRO se obsesiona con los votos que Milei le come por derecha. ¿Programa de gobierno? Sí, ya va.

     Los libertarios tienen su propia grieta. José Luis Espert tiene un discurso racional pero no emociona. Y Javier Milei emociona pero con disparates. Con jóvenes y no tanto que no salen de las redes, se puede sanatear con que el liberalismo es algo nuevo. Y con tanto bruto suelto se pueden repetir los dogmas que a los fanáticos les encanta oír.

     Que la izquierda vernácula es anacrónica ya se sabe. En pleno siglo XXI, y aunque pasaron treinta años, aún no se percataron que cayó el Muro de Berlín y siguen pretendiendo que un país periférico como el nuestro “salga” del capitalismo. ¿Para ser Cuba, Venezuela o Nicaragua? Mamita!

     Todos discuten ¿quién? debe ser el candidato. Pero casi nadie se pregunta ¿para qué? ¿Qué van a hacer? ¿Cómo? Con ideas que de verdad se puedan implementar. No con sanata para giles.

     ¿Hola? ¿Hablamos con el Futuro?

      Queremos pedirte algo…

 

Walter Anestiades 

    





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