¿BUSCÁS JUSTICIA EN LA MISIONES FEUDAL?
NO LA VAS A ENCONTRAR…
“Donde hay poca justicia es
un peligro tener razón”, dijo el escritor Francisco de Quevedo en el siglo
XVII. Lo sabe bien la familia Bárbaro de Oberá que, cuatro siglos después,
debió soportar que mataran a una de los suyos y tener razón, pero en la Misiones
feudal de Rovira. Donde es peligroso. Y no resta votos.
Hoy, 17 de
abril, se cumplen 19 años del asesinato de María Elena “Marilyn” Bárbaro. Ocurrió
en 2004 cuando la víctima tenía 54 años y secuelas físicas de la epidemia de
polio que afectó al país en 1956. La golpearon y la enterraron cuando todavía
respiraba y en su propia casa. ¿Por qué? Oficialmente nadie sabe nada.
Extraoficialmente parecen saberlo todos.
Hubo cinco
acusados por este femicidio perpetrado cuando ni se conocía esa palabra. Pero
solo uno, Rubén Oscar Schnimg, admitió haber estado en la escena del crimen y
tres lustros después también su autoría pero a cambio de un juicio abreviado.
Lo condenaron a trece años, pero al haber pasado casi nueve encerrado, en dos
etapas, salió en libertad condicional a fines de mayo de 2022.
Los otros
cuatro imputados (uno de ellos hijo de una diputada provincial rovirista)
fueron sobreseídos a fines de 2008 por la entonces jueza Alba Kunzmann de
Gauchat. Atrás quedaron unas actuaciones “judiciales” que deberían estudiarse
en las facultades de Derecho y no precisamente como ejemplos republicanos. Es
más, Schnimg terminó recibiendo una pena atenuada a favor de que lo condenaron
por homicidio simple y robo, pero sin alevosía ni ensañamiento. ¿Se entiende? A
Marilyn le rompieron la cabeza a golpes y la enterraron viva pero los jueces obereños Jorge Erasmo Villalba y
Mónica Viviana Drganc Fernández y el fiscal Elías Bys aceptaron que no hubo ni
alevosía ni ensañamiento…
Imposible no
recordar a “Ticha” Bárbaro. Un ejemplo de ciudadana que organizó marchas
mensuales contra la impunidad del crimen de su hermana durante años, hasta que falleció
de cáncer en el invierno de 2017. A las primeras marchas fueron cientos de
personas. A la última no fueron ni diez. Ahora las hermanas deben estar juntas
en la gracia divina mientras por acá otros tantos persiguen justicia.
Esa que en la
Misiones feudal van a buscar siempre.
Y no van a
encontrar nunca.
Walter Anestiades
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