LAS
DOS DÉCADAS INFAMES
Oscar Wilde decía que “Nadie es tan rico como para comprar su pasado”. Ni siquiera Carlos Rovira, el jefe al que responden Ewaldo Rindfleisch, Carlos Fernández, Pablo Hassan, Héctor González y cada nombre propio del oficialismo porque no hay “hassanismo”, ni “fernandismo”, ni “gonzalismo”. Todo es “rovirismo”. Un rovirismo que cobra impuestos de Suecia y paga sueldos de Haití y que convirtió a Misiones en otra distopía feudal de la Argentina saqueada.
Se lo decíamos
hace poco a un candidato renovador en Oberá: es ridículo que, después de veinte
años en el poder, los roviristas pretendan hablar de “propuestas”. Son el partido que devastó a la ciudad.
No sabemos
cómo gobernará otro espacio político. Pero ya sabemos y de sobra como gobiernan
los renovadores. Son pésimos.
Se conoce como “la década infame” al período
posterior al derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen en 1930 hasta el
golpe de 1943 que derrocó al presidente Ramón Castillo. Fue la época del pacto Roca-Runciman, cuando Roca
(h), nuestro vicepresidente, dijo que "Argentina,
por su interdependencia recíproca, es, desde el punto de vista económico, una
parte integrante del imperio británico". Una época horrible del país.
La Argentina
tuvo una década infame.
Misiones y
Oberá ya llevan dos.
Walter Anestiades
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