EL INTENDENTE TURISTA
Con la connivencia del clásicamente ruinoso periodismo local, Pablo Hassan transita los dieciséis meses que lleva de alcalde simbólico como un joven turista que pasea por Oberá. Cumple con la pauta fijada desde Posadas: no hacerse cargo de nada y que el marketing y la “caja” ocupen el vacío de gestión. Pero la ciudad clama como nunca porque alguien la administre bien de una buena vez. La escritora Agatha Christie decía que “No se le puede dar a las personas lo que son incapaces de recibir”. Carlos Rovira ya percibe el error de haberle dado a Hassan la intendencia de Oberá…
Los problemas
con la aplicación que cobra el boleto de colectivo (el intendente debe ser el
contralor de la empresa). El delito que crece a favor de una entronización de
la droga que no encuentra ni respuestas terapéuticas desde la Salud Pública ni
punitivas desde el aparato de seguridad del estado. La falta de agua y luz a
cargo de una cooperativa que tiene sus problemas metidos en un freezer
posadeño. El mal estado de las calles y el pésimo estado de las veredas. Y
agregá el problema que se te ocurra.
Hassan no se
hace cargo de nada. Y, a juzgar por las encuestas que maneja el poder, debería
empezar a hacerse cargo de algo.
Vive feliz en
su propio termo. Sus jefes apuestan a que la ciudadanía no se haya extendido lo
suficiente como para aprender que un alcalde tiene responsabilidades
ineludibles. Una apuesta que viene resultando tan equivocada que hasta
González, el director del Samic, lo supera en intención de voto dentro del lema
(un lema que pierde con el otro lema, el de Juntos por el Cambio). El problema
es que Hassan, González, y el resto de los renovadores van a perder un día, el
7 de mayo. Pero los ciudadanos pierden todos los días.
Rovira debió
leer a Agatha Christie.
Oberá es mucho
para Pablo Hassan.
Walter Anestiades
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