sábado, 1 de abril de 2023

 

           ¿OTRA VEZ CON EL CUENTO 

                DEL “BUEN DOCTOR”?

 

     En los pueblos ser médico “garpa” en reputación y en política. Pero Oberá no es un pueblo sino una ciudad y viene de la decepción con Carlos Fernández, quién puso los intereses de Rovira por encima de la confianza del pueblo que lo votó. Ahora, ante un Hassan que no para de cometer errores no forzados, Rovira apuesta sus últimas fichas a Héctor González, el director del Samic. Un cargo al que no se llega, precisamente, por ser un émulo de Favaloro.

     El cargo de director del hospital Samic de Oberá es un cargo político. La llegada y la permanencia no dependen de la capacidad profesional sino de la cintura política. Es triste, pero es así.

     La Salud Pública del rovirismo está lejísimo de ser un modelo a imitar. Como finaliza aquél poema de Lope de Vega: “Quién lo probó, lo sabe”.

     En la lista de candidatos a concejales de González aparece, en un puesto simbólico, Sergio Feversani, “el señor de los subsidios” que preside el OTC. Presidir un club dista mucho de aplicar políticas para una ciudad que ha sido saqueada y que padece el atraso que perpetraron los jefes políticos de Feversani.

     La oferta electoral del oficialismo es la peor en las dos décadas que lleva administrando (mal) Oberá. El repaso por los nombres demuestra que Rovira se rodeó exclusivamente de personas que sin la política ni los dineros del estado no habrían pasado de la esquina de su casa. La cosa pública precisa de otra gente.

     Groucho Marx usaba una metáfora médica para burlarse de la política: “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y después aplicar los remedios equivocados”.

     Como si Groucho hubiera conocido a Fernández y a González…

 

Walter Anestiades

    

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