miércoles, 7 de octubre de 2009

ARQUITECTOS DE SU PROPIO DESTINO

La etimología de la palabra "hospital" nos cuenta que proviene del latín "hospes" que significa "huesped", ésto es, "visita". Luego se transformó en "hospitalía" que quiere decir "departamento para visitas forasteras". Finalmente el término derivó en "hospital" el "lugar que da auxilio a ancianos y a enfermos".
Al Hospital Samic de la ciudad de Oberá le cuesta mucho homenajear a su propia etimología.
Médicos, enfermeros y pacientes coinciden en que el hospital público obereño se ha deteriorado en su accionar con el comienzo del nuevo siglo. Pero tienen que coincidir en voz baja. En el sistema de salud pública misionero una crítica en voz alta puede dejar a un trabajador en la calle.
Un ochenta por ciento de la actividad del hospital se concentra en la mañana. Y el resto en la atención en consultorios por la tarde. Como hospital de referencia recibe a pacientes de toda la zona centro e incluso más allá. Ésto obliga de hecho a contar con una infraestructura con la que no cuenta.
No hay endoscopio en funcionamiento. El que está duerme. Esperando desde hace años que lo arreglen. Sin endoscopio indagar en una patología digestiva es cosa de videntes más que de científicos.
No hay tomógrafo.
En el laboratorio es cuestión de azar. Hoy puede haber medidores de laboratorios simples. Mañana puede no haber. Lo mismo con los reactivos. Cuentan que el service jamás será multado por exceso de velocidad.
En las salas no hay nebulizadores.
Si un paciente necesita un estudio dopler para medición de sus arterias debe hacérselo afuera. En otro lado.
En neonatología suele no haber respirador mecánico. Más de una vez los trabajadores del hospital han denunciado mediáticamente que algunos chiquitos con problemas respiratorios debieron ser asistidos manualmente. No. No es un cuento de Edgar Allan Poe. Ocurre en Misiones.
Si en Radiología se rompe algo la reparación puede demorar dos días. ¿Y mientras tanto? Dicen que orar a Dios suele ser muy eficaz.
Con los medicamentos sucede algo similar a lo de Laboratorio. Hoy hay, mañana quién sabe. Hoy no hay, mañana tal vez sí.
Con las ambulancias la cosa es más concreta. De emergencia hay una sola. Una sola para toda la zona centro. Existe una segunda ambulancia que hace las veces de moto-mandado: lleva papeles a alguna obra social, lleva análisis. Si más o menos a la misma hora ocurren accidentes en dos lugares distintos que ameriten traslado de por lo menos una persona en cada uno de los dos hechos,uno será llevado por la ambulancia. El otro deberá esperar. En medicina "esperar" y "salud" pueden ser antónimos.
No hay cirujano de tórax.
No hay oncólogo. El cáncer, para las clases bajas, es mucho lujo.
Hay médicos de guardia que trabajan aún sin haber recibido nombramiento por parte de Salud Pública. Dicen que hay médicos que trabajan poco. Pero la gran mayoría trabaja mucho. Y en las condiciones descriptas.
Casi nadie contará ésto. Y cuando se atreven a hacerlo son pocos los que escuchan. La leyenda narra que cada vez que el ministro de salud provincial José "Pepe" Guccione aparece por el Samic de Oberá se reúne con todos, menos con los trabajadores afiliados a ATE-Asociación de Trabajadores del Estado- a quienes se margina. A ellos y a sus incómodas preguntas. Desde ATE dicen que ésto, de leyenda, no tiene nada.
Los profesionales cuentan-siempre más cerca del susurro que del grito-que hoy por hoy el hospital es un archipiélago. Cada sector es como una suerte de isla preocupado por su propia supervivencia y desconectado del otro. Y quizás ésto sea una buena metáfora de la razón de fondo que permite que lo aquí contado suceda todos los días, todo el tiempo, incluso ahora que vos estás leyendo.
La indiferencia social. La indiferencia.
Refutando al mito, el hospital público atiende a integrantes de todas las clases sociales.Pobres, clase media y privilegiados. Las derivaciones a las obras sociales son un segundo paso. Ser llevado de emergencia al hospital es siempre el primero. Pero aún así el grueso de la ciudadanía-y del electorado-permanece indiferente a ésta situación. La preocupación por la salud pública parece estar bastante retrasada en la agenda cotidiana del hombre común. Hombre común que se resignó a que "ésto es así". Resignación y sumisión. Es lo que declaran cuando uno habla con ellos. Y siempre vigilando que nadie escuche. Aún cuando los medios de comunicación obereños indagan o proponen el tema. Por supuesto, el discurso de los funcionarios públicos misioneros de cualquier rango corren en paralelo a ésta realidad. Y la geometría nos enseñó hace mucho que las paralelas no se tocan en ningún punto.
Hace mucho que en Oberá el hospital público se vino a menos. Con la satisfacción del sector privado, la desidia del poder político y la indiferencia de una ciudadanía que cuando carece de otra opción en materia de atención a la salud se la banca y si tiene opciones mejores suele creer que las carencias del Samic habrán de afectar a "otros", no a ellos . Hasta que un día se tutean con esta historia que se resisten a creer y también a intentar cambiar. Habitualmente ya es tarde incluso para ellos.
Las cortinas de humo oficialistas mostrarán cortes de calle, marchas, "desmedidos" reclamos de aumentos salariales.
Pero alguien con la debida información deberá contar que así es la vida cotidiana de personas que padecen calladamente en un lugar que supo estar mejor.
Personas que han sido, como en aquella memorable cita del poeta Amado Nervo, arquitectos de su propio destino...

1 comentario:

Ruben dijo...

te agradezco que te ocupes del hospital. es verdad los medicos y los enfermeros viven con miedo. sueltan algo qu no corresponde y chau chau chau. creo que nunxca va a mejorar por que a la gente no le importa nada d enada.